Desapareció con la terrible tormenta. Lo busquó. Lo llamó. Lo lamentó como una madre de “los desaparecidos.” Cada día su recuerdo se acostaba sobre el sofá donde estuvo su cuerpo caliente desde pequeñito. Cada día miraba por si lo veía junto a un árbol, bajo un farol, o cada planta de figura larga y geométrica. Pero nunca volvió, su perro seguido por su cola